Los periodistas dan noticias

El medio de comunicación para el que trabajo (RTPA) publicó ayer en exclusiva (eso es cuando un solo medio adelanta una información a la que tiene acceso antes de que lo haga la competencia) que el gobierno de Asturias pensaba retrasar el inicio del curso escolar hasta que las condiciones de la jodía pandemia sean más llevaderas. La noticia, confirmada por los profesionales de esta casa, fue re-confirmada horas después por el propio gobierno del Principado. Era verdad, claro está, y se hizo un trabajo periodístico corriente: llamar, preguntar, confirmar y publicar. Para eso están los periodistas, aunque alguien crea que ya no damos noticias, que solo damos recados. La noticia es la esencia y la obligación de este oficio.

Nada de esto sería destacable salvo que durante la rueda de prensa en la que se confirmó la noticia adelantada por RTPA, una colega de otro medio se mostró molesta con nuestra exclusiva y preguntó a la portavoz del gobierno astur sobre el origen de la filtración. La pregunta es, además de pueril, malintencionada y capciosa, ya que como cualquier periodista sabe, las fuentes son secretas y al que Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Pero a uno le sorprendió aún más que quien respondió por parte del Ejecutivo mostrara su «lamento» por el hecho de que se hubiese adelantado la información. ¿Qué hay que lamentar? ¿Qué un medio de comunicación, público además, haga su trabajo? Únicamente sería censurable que la exclusiva fuera falsa (que no lo era), ya que lo demás, insisto, es puro ejercicio del periodismo, ya lo haga un medio público, privado o mediopensionista. Pero, además, otro portavoz oficial anunció «una investigación» para saber de dónde había salido la noticia. ¿Una investigación? ¿Investigar qué? ¿Cazamos periodistas? ¿Cazamos brujas? Este sorprendente afán detectivesco sería más propio de un mandatario con el perfil de Donald Trump, pero lo que está pasando en los últimos tiempos es que cualquier disculpa es buena para tratar de evitar que los periodistas hagan su trabajo: ruedas de prensa sin preguntas, ruedas de prensa sin respuestas, censuras y presiones directas o indirectas, llamadas al orden por diferentes vías… Estas malas costumbres, que los periodistas también hemos consentido por acción u omisión, o hastío, o lo que sea, están provocando un retroceso en las libertades (en la de prensa al menos) y rebajando la consideración del oficio de periodista hasta el punto de lamentar que haga lo suyo: dar noticias. Háganselo mirar.

El maestro Julio Puente, periodista histórico de esta región por desgracia ya fallecido, siempre nos sermoneaba con la misma frase: «no sois magnetófonos con patas». Pues eso, que los periodistas dan noticias.